domingo, 2 de julio de 2017

¿Cirugía psíquica?

El número 74 de la revista Generación está dedicado a las Noches sin rumbo. Colaboraron, entre otros escritores, Alberto Chimal, J.M. Servín, Gullermo Fadanelli y Eusebio Ruvalcaba. En ese mismo número apareció un texto acerca de las operaciones milagrosas de la curandera Pachita.



La curandera, según la leyenda que se ha creado a su alrededor, realizaba cirugías psíquicas. Pero no sólo eso, además de poder operar un tumor, por ejemplo, era capaz de materializar instrumentos (como tijeras) y órganos para realizar transplantes. Ya lo veremos con mayor detalle en el siguiente apartado.

Lorenzo León Diez es el autor del artículo “El cuchillo de Pachita”. León Diez escribe que Alejandro Jodorowsky además de atestiguar varias operaciones, también participó en ellas (tal y como lo hiciera el psicólogo Jacobo Grinberg, también lo veremos en el siguiente apartado). Posteriormente, Jodorowsky, debido a un dolor en el hígado, se sometió a una operación con Pachita, escribe León Diez:

Como (Jodorowsky) ya operaba con Pachita, le declara su dolencia. Al frotarle el vientre con un huevo, como lo hacía con sus pacientes, la santa le informa: “Niño querido del alma, aquí tienes un tumor. Te voy a operar para arrancártelo de cuajo”. Lo ve palidecer y, riendo, le dice lo mismo que alguna vez a Grinberg: "Llevo más de setenta años operando, miles de personas han sido abiertas por el cuchillo del Hermano. Si hubiera ocurrido un percance a alguno de los pacientes, hace tiempo que estaría en la cárcel."

Con una irresistible curiosidad, Jodorowsky decide entregarse a la experiencia para saber qué se siente operarse en tan raras circunstancias. Se quita la camisa. Un par de tijeras aparece en la mano de la curandera. “Hizo un rollo con mi piel y dio un corte. Oí el ruido de las dos hojas de acero. Comenzó el horror. Aquello no era teatro. ¡Sentí el dolor que siente una persona a la que le cortan la carne con unas tijeras! Corría la sangre y pensé que me moría. Después, me dio una cuchillada en el vientre y sentí que lo abría dejando mis tripas al aire. ¡Espantoso! Nunca me había sentido tan mal. Durante unos minutos que me parecieron eternos, sufrí atrozmente y me quedé en blanco. Pachita me hizo una transfusión.


A medida que escupía su extraño líquido por el tubo de plástico que me había embutido en la muñeca, sentí un poco que me invadía un agradable calor. Después levantó mi hígado sangrante y comenzó a tirar una excrescencia que tenía. ‘Vamos a arrancarlo de raíz’, afirmó el gran hermano. Y yo padecí, aparte del olor a sangre y de la horrorosa visión de la víscera granate, el dolor más grande que había sentido en mi vida. Chillé sin pudor. Dio el último tirón. Me mostró un pedazo de materia que parecía moverse como un sapo, le hizo envolver en papel negro, me colocó el hígado en su sitio, me pasó las manos por el vientre cerrando la herida y al instante desapareció el dolor.




Las descripciones que Grinberg y Jodorowsky hacen de las operaciones que realizaba Pachita, hacen aparecer como inexpertos a Tony Agpaoa y a Alex Orbito.


En su artículo, León Diez escribe sobre la “explicación científica” a las operaciones de la curandera. Jacobo Grinberg desarrolló la “teoría sintérgica” (mezcla de mecánica cuántica y conceptos inventados por el mismo Grinberg). Miguel Paz ha escrito sobre cómo la teoría de las supercuerdas puede explicar el fenómeno Pachita.

León Diez también explica que Jodorowsky aplicaría las “técnicas” de Pachita en sus propias prácticas: la psicomagia, el psicochamanismo y la psicogenealogía. Mauricio-José Schwarz ya ha escrito sobre las maravillas que Jodorowsky pone al alcance del público; aquí y aquí.

Al final del artículo León Diez afirma: “La existencia de Pachita es un fenómeno médico, místico, cultural, pero especialmente un manifiesto energético. La masa de personas que pasaron por sus manos tuvo un impacto todavía insospechado en la psique popular (es más, historietas como Hermelinda Linda quizá no son ajenas a su actividad). El legado de las terapias como las que propaga Jodorowsky tienen a Pachita en su base. Teorías físicas como la que creó Jacobo Grinberg están sustentadas en las acciones probadas de la chamana; la subcultura de la mexicanidad que permea una vasta gama de expresiones, encuentra en el nombre de Pachita un argumento de su trascendencia e, incluso, el pensamiento lógico más fino, como el del dominico Cocagnac, aceptan la pureza de su espiritualidad. Las ediciones en puerta de la obra de Jacobo Grinberg serán un acontecimiento que renueve su enigmático mensaje que está en la raíz y la superficie de la cultura mexicana.”

Las siguientes son algunas reflexiones que hace tiempo realicé sobre la curandera mexicana.


PACHITA

El paradero de Jacobo Grinberg se desconoce. Lo que es posible decir con exactitud es que estaba interesado en el mundo de lo paranormal.

Grinberg obtuvo el título de psicólogo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Por su interés en los fenómenos paranormales es que en la cámara del sueño de la Facultad de Psicología se llevaron a cabo algunos experimentos con niños que aseguraban poder ver con la piel de las palmas de las manos (visión extraocular), ver aquí.



No fueron pocos los problemas que Grinberg enfrentó debido a su curiosidad y, según dejó escrito, casi le cuesta su puesto de profesor en la universidad porque ninguno de sus colegas ha podido aceptar la existencia de ese “nivel de realidad”. ¿A que nivel de realidad se refería?

Grinberg convivió con una curandera llamada Bárbara Guerrero, mejor conocida como Pachita. Según Grinberg “durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas le permitían realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales”.



Grinberg presenció una gran cantidad de operaciones, operaciones que resultan inverosímiles; veamos un ejemplo:

El caso más extraordinario y el que me enseñó que realmente no existen límites, fue el de una niña, quien en una operación convencional había sido sobreanestesiada, dejándole su cerebro muerto por la falta de oxígeno. Los padres, desesperados después de ver una docena de neurólogos, dieron con Pachita y le pidieron ayuda. Pachita aceptó y la segunda operación que vi aquella primera noche, fue un trasplante de corteza cerebral en la niña sobreanestesiada.

Durante más de diez años me he dedicado a investigar algunos aspectos de la fisiología cerebral y aunque me considero bastante revolucionario entre mis colegas, jamás me imaginé, ni podría haber aceptado, que una parte del cerebro pudiera trasplantarse de un ser humano a otro. Jamás lo hubiera aceptado de no haberlo visto, pero el caso es que lo vi y eso me trastornó tan profundamente que a partir de ese momento, todas mis concepciones psicofisiológicas cambiaron. La niña era un “vegetal” que no se movía ni hablaba ni controlaba sus esfínteres. En esa operación, y en cuatro subsecuentes, Pachita cortó el cuero cabelludo con el cuchillo de monte y después abrió el hueso del cráneo usando un pedazo de sierra de plomero. Yo veía eso y parte de mí pensaba que no era cierto y otra que era maravillosamente real.




Después Pachita hizo aparecer una sección de corteza humana, tomó un pedazo en sus manos, le lanzó su aliento y le ordenó que viviera: “¡vive!, ¡vive!”, le gritaba.



Después con la ayuda del cuchillo, introdujo el pedazo de corteza al cráneo de la niña y con una serie de movimientos extraños, lo dejó depositado allí. Por fin, la herida se cerró después de que yo fui invitado a colocar mis manos encima de la misma. A eso se le llamaba saturar. La niña fue vendada y devuelta a sus padres.



La operación se realizó sin anestesia, sin asepsia y considerando su magnitud y seriedad, lo que se podía haber esperado como mínima reacción era una meningitis fulminante. En lugar de ello, la niña se presentó a los 15 días para una nueva operación, sin infecciones, sin haberse muerto de shock postoperatorio y con algún síntoma de mejoría. De hecho, después de cuatro operaciones similares a la descrita, yo vi a esa niña empezar a tener movimientos voluntarios, balbucear vocablos, quejarse del dolor y molestias y sonreír, ¡sí! ¡sonreír!


Cuando yo vi sonreír a esa niña y alcancé a comprender los motivos de su alegría, entendí que lo más fundamental es lo de mayor alcance espiritual, lo que cualquiera comprende, lo que se encuentra presente en todos los niveles, lo clásico, lo que se siente como certeza y mismidad.


Para Pachita –según se lee– era cosa corriente abrir cuerpos, aparecer órganos (aportes), realizar trasplantes, etcétera.

Grinberg no sólo fue testigo de una enorme cantidad de operaciones, sino que tuvo en ellas un papel activo, pues los cortes o heridas se cerraban cuando él ponía sus manos sobre ellas: “Supe que debía colocar el algodón sobre la herida y colocar mis manos sobre él. Lo hice y la herida cerró instantáneamente. Me dieron una venda y cubrí el vientre con ella”.



El cantante Leopoldo Dante Tévez, conocido como Leo Dan, convivió con la curandera Pachita, las palabras que a continuación transcribo pueden encontrarse aquí.

—¿Cuándo surgió ese acercamiento tan estrecho a Dios?

—Ese conocimiento (corrige). Fue en el 66. Cuando me casé Dios me dijo: "Si no te acercas a mí vas a fracasar" Y yo creo que El me llamó; a Jesucristo lo acepté como mi Salvador y ahí empezó mi peregrinar por la vida cristiana.


—¿Hubo algún hecho en particular que lo impulsara?


—Un amigo me llamó y me invitó a hacer un cursillo de cristiandad viernes, sábado y domingo. Yo le dije: "No podrían ser otros días, yo los fines de semana trabajo". Y después el Señor me tuvo en España dos años sin trabajar.


—Llamó la atención esa veta que en la Argentina no se le conocía.


—¿Te acordás que en México había una señora que se llamaba Pachita? Todo eso surgió porque era amigo de Pachita que curó a mucha gente del ambiente artístico. Periodistas -creo que eran de las revistas Radiolandia y Antena- fueron a México y yo era el único que los podía introducir con Pachita. Ellos sacaron aquí "Las curas milagrosas de Leo Dan", y me empezaron a involucrar con eso de que yo tenía un don de sanación. Antes del 24 de diciembre mi hijo llamó a Bill, un amigo, y nos dice: "Acabo de venderle un departamento a un argentino y le dije que era amigo de ustedes. Cuando le nombré a tu papá -le dijo a Nico- el hombre se puso a llorar. Cuando se calmó un poco le preguntó: "¿Hice algo malo?" Y el hombre le confesó que tenía una hija que se estaba muriendo y yo le había puesto la mano y que la niña todavía vive. Yo no me acuerdo de nada, pero a lo que yo llego es que Jesucristo curaba cuando había fe.


Su testimonio en un programa de televisión.




A partir de 1:25 Raúl Velasco le pregunta sobre sus experiencias con Pachita:



Una canción que le compuso a Pachita:



Existen varias fotografías que muestran a Pachita realizando estos milagros, sin embargo, después de leer las descripciones del psicólogo, resultan decepcionantes, ninguna es sorprendente, se trata de imágenes iguales a las que muestran los “cirujanos psíquicos” de Filipinas.

Pachita decía que no era ella quien operaba, en realidad lo hacía el Hermano Cuauhtémoc: “Pachita decía que el espíritu del último emperador azteca trabajaba a través de su cuerpo realizando su trabajo. Ella se introducía a un trance transformando su personalidad y efectuando las operaciones...”.

Todas las historias que sobre ella se contaban motivaron a diversos “investigadores” a acercársele, en palabras de Pachita: 

A mí me lleva la chingada con esa gente que viene a curiosear como si esto fuera un circo. Un día vinieron esos, ¿cómo se llaman?, ¡ah sí!, esos de control mental a investigarme. Me llevaron a una casa en la que había rayas de todos colores. Rojas, azules, verdes y negras. Un señor Silva me dijo que yo estaba en la negra. Hágame el favor, ese cabrón me quería nada más para meterme en lo negro. Luego me dijeron que buscara un enfermo con mi mente. Yo qué iba a buscar ni qué carajos. ¿Para qué? Luego otros me llevaron a la zona del silencio en Torreón para que les dijera lo que había allá. Puro pinche desierto y yo allí en medio. Encontré una tortuga y me la traje... Dicen que se paran los relojes y que no se oye el radio pero, ¿para qué sirve eso?, nada más buscan por buscar sin saber y por más que encuentran no se quedan satisfechos. ¡Si yo les contara todo lo que me han llevado a hacer! Un día me dijo un amigo que le ayudara a buscar no sé qué madres, en un terreno. Fui allí y me lo encontré lleno de excavaciones, me dijeron que les reportara lo que sentía y yo me quedé tal cual. Aquí sí que se trabaja, pero yo de eso sé menos que nadie. Yo nada más me voy y viene el hermano y ni me entero... Y luego vienen a invitarme a dar conferencias y yo ¿qué les voy a decir? ¡Se imaginan a esta pendeja hablando en una conferencia! A mí me gustan las buenas obras, las que de veras ayudan...



Pachita distinguía entre enfermedad buena y enfermedad mala. La enfermedad buena es aquella que tiene causas naturales y que puede curarse con medicinas convencionales, mientras que la mala es aquella que provocan los “daños”: “Alguien tiene una envidia y la persona envidiada recibe una carga energética que lo enferma... Los daños son las introyecciones de los malos pensamientos de los otros, son las malas intenciones detectadas a niveles corporales... Los celos enredan el espíritu; la envidia provoca daños. Luego es necesario hallarlos y echarlos fuera”. Pachita abría el cuerpo del paciente y extraía el daño; los daños se materializaban en forma de entidades oscuras a las que había que tratar de forma especial: se les envolvía en papel negro (como cuando Pachita supuestamente operó el hígado de Jodorowsky). Estas entidades también eran llamadas seres del bajo astral.

De igual forma, Pachita era capaz de corregir un diagnóstico médico: “Ya sé, dicen que tienes cáncer pero eso no es cierto. Vas a curarte y vienes otro día para ver cómo sigues y para cambiarte tus riñones. No le hagas caso a los médicos, te han debilitado con sus lavadas y técnicas de... ¿cómo se llama? Quimioterapia...”.

Grinberg trató de explicar todos estos fenómenos recurriendo a la mecánica cuántica, la neurología y a otros conceptos de su invención. Dejó claro que los portentos de los que fue testigo eran auténticos: “Muchas personas me han preguntado si lo que describo sucedió tal y como está relatado. La respuesta es absolutamente afirmativa; no existe aquí invención o falsedad; todo sucedió exactamente tal y como se presenta”.

El capítulo 13 de la serie Conversos (TV UNAM) la dedicaron a los cirujanos psíquicos que, al igual que Pachita, "reciben" al hermanito Cuauhtémoc. 






Entrevista a Lizette Arditti, esposa de Jacobo Grinberg.





LO PARANORMAL Y LOS MILAGROS


¿Qué es lo paranormal? ¿Los milagros son fenómenos paranormales? ¿Son sinónimos sobrenatural y paranormal? ¿Los fenómenos paranormales violan las leyes de la naturaleza?

Los “estudiosos de lo paranormal” no han sido capaces de explicar qué es lo que supuestamente estudian o investigan (Lola Cárdenas ha escrito al respecto, ver aquí), incluso algunos autores señalan que los llamados “fenómenos paranormales” en realidad deben contar con una explicación natural hasta ahora desconocida, así, la telepatía, por ejemplo, no estaría violando ninguna ley de la naturaleza sino esperando una explicación satisfactoria.

Lo anterior querría decir que lo paranormal carece de existencia, y estos supuestos fenómenos deberían más bien catalogarse como “fenómenos que aún no cuentan con una explicación”.

De cualquier forma no todos los creyentes aceptan esta visión naturalista. Pero si dicha visión no es aceptada, y se habla de la revelación de un “mundo o universo no-físico”, ¿cómo verificar la existencia de ese mundo y de su manifestación en nuestro mundo: los fenómenos paranormales? ¿Por qué el “mundo paranormal” se podría manifestar en el mundo natural? ¿Podría estar al alcance del conocimiento algo así? ¿Resultan estos fenómenos cognoscibles?

Ahora, ¿qué es un milagro? Podríamos comenzar diciendo que se trata de una suspensión temporal de las leyes naturales. Pero hay algo más. La gente desea salud, la capacidad de realizar trabajos sin necesidad de gastar energía, etc. Cuando la naturaleza interrumpe su forma normal de funcionar, y lo hace para complacer los deseos del ser humano, entonces podemos hablar de un milagro. ¿Es satisfactoria esta definición?

¿Hay diferencias entre los fenómenos paranormales y los milagros?

La diferencia entre lo paranormal y los milagros no es muy clara. Me parece que una diferencia es que detrás de los milagros habría una “voluntad extranatural” (Dios, los ángeles, los santos, los espíritus...). Por lo general, solamente se puede creer o no creer en un milagro, es decir, los milagros son asuntos de fe; sin embargo, en ocasiones es posible someter a verificación un pretendido milagro (entonces el milagro se convertiría en un fenómeno paranormal).

El filósofo Paul Kurtz llama “paranatural” a aquellas manifestaciones que son –al mismo tiempo– paranormales y milagrosas: “He propuesto que usemos el término paranatural para referirnos a afirmaciones religiosas que son capaces de alguna resolución empírica y que no son trascendentales o supernaturales. En este caso son similares a las afirmaciones paranormales comprobables”.

¿Puede la parapsicología ser una ciencia? Veamos lo que dice Michael Shermer.

Escribe Shermer: “Datos y teoría, evidencias y mecanismos: tales son los pilares gemelos sobre los que se puede erigir una ciencia confiable. Sin datos y evidencias, una teoría o un mecanismo no tienen nada que explicar. Sin una teoría o un mecanismo, los datos y evidencias andan a la deriva en un vasto mar”.

Explica que la deriva continental, propuesta en 1915, no se aceptó sino hasta que se encontró cuál podría ser el mecanismo por el que se desplazaran los continentes. Otro ejemplo que pone es el de la evolución, la que no se aceptó hasta que Charles Darwin y Alfred Rusell Wallace propusieron un mecanismo: la selección natural. Concluye Shermer que “hasta que encuentre a su Darwin, la parasicología seguirá a la deriva y al margen de la ciencia”. Mario Méndez Acosta dice: “No hay modelos teóricos del funcionamiento de la telepatía o de los principios de la telepatía o de los principios fundamentales de la telequinesis, por poner un ejemplo. No existe un modelo matemático que represente analíticamente fenómenos como el transporte instantáneo de información compleja a distancia que implica la telepatía, o la creación de energía de la nada que implica la telequinesis o el rompimiento de la relación causa-efecto que acarrea la precognición”.


LA VERDADERA PRUEBA

El “Objeto Paranormal Permanente” es una propuesta de John Beloff.

¿En dónde radica la importancia del OPP? Primero se tendría que dejar en claro lo que se entiende por “cualidades paranormales”. Una vez que todos están de acuerdo en que ciertas características serían algo paranormal, se procedería a analizar el mencionado objeto, se realizarían las observaciones y las mediciones necesarias, y, finalmente se podría determinar si éste tiene o no las cualidades paranormales. El objeto es “permanente” en el sentido de que, siempre que se requiera, lo podrán examinar científicos de cualquier parte del planeta. Así, las cualidades paranormales del objeto en cuestión serán claras para todo aquel científico que lo examine.

Al buscar el OPP, la investigación de lo paranormal dejaría fuera la telepatía, la precognición, etc.

¿Hay candidatos a ser el OPP? Uno de ellos es el Sudario de Turín. Los mexicanos contamos con otro candidato: la Guadalupana. Aunque en cualquiera de estos casos se trataría del Objeto Paranatural Permanente.

En el caso de la imagen de la Virgen de Guadalupe, los creyentes mencionan una serie de hechos supuestamente inexplicables. Desgraciadamente cada uno de los misterios ha sido resuelto: José Sol Rosales, quien fuera director del Centro Nacional de Registro y Conservación para Obra Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), encontró que el ayate es de lino y cáñamo –y no de henequén–, de igual forma ha descrito el tipo de pintura utilizada; Sol Rosales analizó el ayate a petición de Guillermo Schulemburg, ex abad de la basílica de Guadalupe. El investigador Leoncio Garza-Valdés asegura que hay tres imágenes pintadas (una sobre la otra): Marcos Cipac y Juan de Arrue son quienes habrían pintado la imagen de la morenita, y José Antonio Flores Gómez, restaurador de obras de arte, en dos ocasiones (1947 y 1973) le dio una “manita de gato” a la guadalupana.

Las operaciones de Pachita serían –al mismo tiempo– fenómenos paranormales y milagros. Milagros porque a Pachita la asistían espíritus durante las operaciones. Pero esas operaciones Grinberg intentó explicarlas usando conceptos de física y neurología. Tendríamos –siguiendo a Kurtz– un fenómeno paranatural. Al tener “resolución empírica”, estas operaciones tienen sentido, ¿o no? ¿Con qué elementos contamos para calificar lo que supuestamente era capaz de realizar Pachita? ¿Con Pachita podríamos hablar de un “Sujeto Paranormal Permanente”?

Lo que tenemos para analizar los supuestos milagros llevados a cabo por Bárbara Guerrero son las fotografías, los testimonios de quienes fueron operados (o de sus familiares) y el testimonio de Jacobo Grinberg. ¿Es suficiente? ¿Hasta dónde podemos llegar con estos elementos? Pachita ya no está (lo de “permanente” queda descartado), no es posible pedirle que realice sus operaciones bajo buenas condiciones de observación (frente a científicos) y registrar lo que pudiera suceder. En pocas palabras: no es posible ni planear ni llevar a cabo una investigación científica al respecto.

Pero supongamos que –tal y como lo escribió Grinberg– Pachita realmente fuera capaz de operar, aparecer órganos y realizar trasplantes. ¿Cómo podríamos verificarlo? Simplemente no podemos. Ni las fotografías ni los testimonios son evidencia suficiente. Lo único que podría hacerse es aceptar o rechazar lo narrado por Grinberg.

Termino con una interesante reflexión de Paul Kurtz: “si se encuentra una explicación científica para un supuesto hecho paranormal, éste se convierte inmediatamente en un suceso no-paranormal y pasa a formar parte del universo natural”. Explicar científicamente los fenómenos sobrenaturales significa convertirlos en fenómenos naturales, no se puede explicar lo sobrenatural sin destruir este término.

Referencias

Grinberg-Zylberbaum, Jacobo. “Pachita”. Colofón. México. 1994.

Kurtz, Paul. “El CSICOP después de diez años: reflexiones acerca de la ‘tentación sobrenatural’”. En “La Alternativa Racional”. No. 4. Septiembre de 1986.  

Nota: En el Rincón Ecléctico del Tío César hay una entrada en la que se comenta el encuentro de José Luis Cuevas con una curandera. Aquí la entrada sobre Pachita en la Rational Wiki.